Una de mis películas favoritas, sino mi película favorita, es una mente maravillosa.
Me encanta, y tengo la versión del director, con más escenas que nunca vieron la luz. Esas escenas que se editaron.
Editar una película es el proceso por el cual se pule. Como si de un bloque de granito donde se busca a Miguel Ángel, se van retirando esas escenas que no añaden nada.
En un libro, se hace algo parecido. O incluso en este post. Escribo, reviso, borro, reescribo, edito. Hasta dejar lo que creo que añade valor a mis ideas.
Editar es importante. Pero no solo en las películas, sino en nuestra vida.
Como si de una película se tratase, las escenas de nuestra vida que no añaden nada a la historia, hay que eliminarlas.
Si ese cigarro no añade. Edita.
Si esa persona no añade. Edita.
Sino añade, lo único que hace es ocupar minutos de metraje. Y los minutos de metraje en la película de nuestra vida, no vuelven.
Así que no se te olvide, cada día, editar un poquito más. Hasta que te den el puto Óscar.